Psicología El fabuloso mundo del dinero y la bolsa (André Kostolany)

 

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El fabuloso mundo del dinero y la bolsa (André Kostolany)

 

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  1. #1
    Avatar de capitalAmerica
    Heidelbergensis


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    Re: El fabuloso mundo del dinero y la bolsa (André Kostolany)


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    Cita Iniciado por nico103 Ver mensaje
    Buff, yo me lo leí hace 4 o 5 años y no recuerdo nada que me pudiera ser útil.

    Sí, que se hizo rico en los años treinta y que tenía remordimientos porque era una época de mucha miseria.


    Saludos,
    Bueno se basa principalmente en crear una cartera de acciones a lo largo de una vida para vivir de los dividendos llegada la jubilacion... pero eso en un mundo con las bolsas a la baja carece de sentido. Antes de la crisis seria una biblia y despues de esta volvera a serlo seguramente.

    Saludos
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  2. Publi
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  3. #2

    ergaster


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    Re: El fabuloso mundo del dinero y la bolsa (André Kostolany)

    Una forma magistral de hablar sobre los mercados. Una lectura obligada.
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  4. #3
    Avatar de feznando
    Heidelbergensis


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    El fabuloso mundo del dinero y la bolsa (André Kostolany)


    En el prólogo, el autor menciona una frase que me ha encantado: ‘Sólo el idioma alemán llama al ganar dinero ‘verdienen’, que podría traducirse como ‘merecerlo, conseguirlo con el propio esfuerzo’. Los franceses (y los españoles) lo ‘ganan’, los ingleses lo ‘cosechan’ (earn), los norteamericanos lo ‘hacen’ (make money) y los pobres húngaros lo ‘buscan’. El ganar dinero mereciéndolo (verdienen) puede incluso convertirse en un placer cuando se recibe a cambio de una actividad que se realiza con agrado y divierte’.
    Un millonario es aquel cuyo capital o renta no depende de nadie y es suficiente para satisfacer sus aspiraciones y necesidades. Que no trabaja, que no tiene que inclinarse ante un jefe ni ante los clientes y que puede mandar al infierno a todo aquel que no le agrada. Esto significa el mayor lujo en la vida. El hombre que puede vivir así es el verdadero millonario.
    El que quiere llegar a ser rico tiene que estar hipnotizado por el dinero como la serpiente por su encantador. Naturalmente, necesita además de la suerte.
    En la actualidad (1985), uno solo puede hacerse rico rápidamente y con facilidad mediante la especulación. Y si hay que especular, ¿cómo debe hacerse?
    En este primer capítulo, André Kostolany habla de si mismo y de su experiencia. Se define como un Homo Speculator. El especulador continúa siendo un espectador pasivo de esos movimientos que él no ha causado, pero de los cuales intenta beneficiarse.
    Antes de llegar a comprender acertadamente la especulación bursátil, hay que pagar caro el aprendizaje. Primero legan los sufrimientos y, solo después, se gana el dinero.
    La Bolsa es un instrumento para congelar las inversiones y deshacerlas cuando el inversor necesita de nuevo su capital. El jugador de Bolsa, aun cuando actúe movido por los beneficios de la especulación, pone su capital a disposición de la economía.
    Cuanto mayor es el número de esos parásitos, mayor será la liquidez del mercado y mejor se recogen y suavizan las conmociones causadas por los movimientos al alza y a la baja. Cada vez que se produce un retroceso de las cotizaciones se presentan nuevos compradores que, de ese modo, protegen al mercado contra una caída brutal.
    Si los especuladores no existiéramos, tendrían que inventarnos.
    Balzac escribió en su tratado sobre La vida elegante que hay tres tipos de seres humanos: los que trabajan, los que piensan y los que no hacen nada. El autentico especulador es el hombre que piensa aunque muchos creen que no trabaja.
    En la Bolsa las cosas ocurren al principio de manera distinta a como se pensó y solo después se enderezan y suceden como se había esperado. Cuando, pese a todo, se gana dinero en la Bolsa, es el salario del dolor: Primero llega el sufrimiento; después, el dinero.
    Pero, ¿qué es realmente la ciencia bursátil?
    La verdadera ciencia, el verdadero conocimiento bursátil, es lo que queda cuando ya se han olvidado todos los detalles (la misma definición de cultura). No es preciso saberlo todo sino comprenderlo todo para, en el momento preciso, conocer el significado exacto de sus consecuencias y obrar de manera adecuada. Es preciso captar todos los acontecimientos, como haría un radar e interpretar correctamente sus indicaciones y consecuencias y ¡pensar por cuenta propia!
    A continuación, André Kostolany cuenta brevemente la historia de la especulación, desde José de Egipto y su especulación con ‘siete años de abundancia y siete años de escasez’, pasando por la antigua Roma, Voltaire… bien es cierto que el fenómeno de la Bolsa atrae a los humanos.
    La Bolsa es lógica, pero tiene una lógica especial, con muy poca relación con la del hombre de la calle. Mi consejo es dejar pasar ese cambio de humor con frialdad y, sobre todo, no intentar buscar para ello una explicación lógica.
    Para comprender la Bolsa en su conjunto, hay que conocer el mecanismo de los movimientos al alza y a la baja, como se producen, como se desarrollan y como llegan a su fin.
    Los movimientos a largo plazo para preverlos no hace falta ser un especialista en la Bolsa sino un futurólogo.
    A corto plazo, la Bolsa se comporta como un alcohólico: cuando esta borracho reacciona de modo inesperado y sorprenderte; con frecuencia recibe con lágrimas las buenas noticias y se ríe de las malas.
    Así pues, solo nos queda un interesante campo de batalla: el de las especulaciones a plazo medio, de acuerdo con los movimientos cíclicos. En él, al menos, los factores influyentes puedes ser analizado de manera concreta y se pueden conocer argumentos (correctos o falsos) así como formarse ideas y conceptos.
    En la lógica bolsística existe solo un postulado: oferta y demanda.
    La tendencia depende de si para el vendedor es más urgente y necesario vender sus acciones que para el comprador obtener acciones a cambio de su dinero.
    El desarrollo de la cotización depende de en qué relación se encuentran las órdenes de venta y de compra. Por ejemplo, si un día llegaran a la Bolsa todas las ofertas de papel, sin límite, y al mismo tiempo los compradores situaran sus ofertas muy bajas, se produciría una bancarrota de la Bolsa. En el caso contrario, cuando los vendedores se muestran vacilantes y solo están dispuestos a aceptar ofertas de compra muy altas, si el comprador se comporta agresivamente y parece dispuesto a comprar como sea, es decir, sin límite de precio, se produce un boom bursátil.
    Compradores y vendedores intentan por igual aprovecharse de la fortaleza situación del otro.
    El dinero es el oxigeno de la Bolsa. Es el factor más importante.
    T(endencia) = D(inero) + P(sicología): Pero solo con dinero no puede moverse el mercado cuando la psicología del público inversor es negativa. Consecuentemente nos hallamos con un tercer factor: La psicología. Cuando ambos factores (dinero y psicología) son positivos, suben las cotizaciones. Si ambos factores son negativos, bajan. Si uno de dichos factores es positivo y el otro negativo, se neutraliza la tendencia.
    Las cotizaciones suben cuando hay ahorradores, grandes y pequeños, que quieren y pueden comprar. Quieren comprar porque juzgan la situación financiera y económica de manera optimista, y pueden comprar porque disponen de dinero líquido en la cartera o en la caja fuerte. Este es todo el secreto del movimiento al alza, aun cuando los hechos fundamentales, así como las noticias sobre la situación de la económica, hablan en contra. El mismo mecanismo actúa a la inversa.
    Con mucha frecuencia, el desarrollo de las cotizaciones marcha en direcciones opuestas a la que indicarían las causas fundamentales.
    No son las matemáticas las que influyen sobre el desarrollo de las cotizaciones sino la anticipación. Y eso tiene que llamarse fantasía.
    Los factores dinero y psicología son mas resolutivos para las tendencias bursátiles que los hechos fundamentales. Solo pueden seguirse con exactitud el factor dinero, porque el psicológico es imposible de calcular.
    El tipo de interés de los créditos a corto plazo depende, en gran medida, de la política del gobierno, que determina en que medida y con que tipo de interés el banco central pone el dinero a disposición del mercado.
    Puesto que no se puede seguir totalmente la evolución del factor psicológico, considero que la evolución del tipo de interés a largo plazo es el barómetro más decisivo de la Bolsa.
    Cuando se quiere formar un juicio exacto sobre la evolución de la Bolsa en los años pasados y también en nuestros días, es imprescindible no perder de vista el problema de la inflación.
    La inflación de los precios, el problema número uno de todas las naciones, tiene distintas causas que varían en su importancia de acuerdo con los acontecimientos y las circunstancias de cada país.
    En la lucha contra la inflación causada por un exceso de demanda y contra la psicosis de la inflación, los gobiernos disponen de dos armas: la política de impuestos y la política financiera.
    En los casos en que el gobierno está en condiciones de exprimir hasta sacarle el juego al poder adquisitivo de la población, mediante impuestos elevados, puede permitirse el lujo de ser liberal en su política crediticia, evitar restricciones en este terreno y exigir intereses mas reducidos. Esta es la situación óptima para la Bolsa.
    Sin embargo, cuando se da el caso de que el gobierno, por razones políticas, sociales o de cualquier otro tipo, no quiere elevar los impuestos y prefiere reducir la cantidad de dinero en circulación, establecer restricciones crediticias y aumentar el tipo de intereses, elimina la psicosis inflacionista, pero al mismo tiempo, y subsidiariamente, castiga a quienes especulan con la inflación. Surge entonces la situación más peligrosa que puede darse para la Bolsa.
    Se puede seguir con relativa facilidad la política monetaria y de tipo de interés de un gobierno porque, generalmente, no se hace un secreto de ella.
    André Kostolany explica cuales son los movimientos cíclicos en la Bolsa.
    De acuerdo con su experiencia, cada movimiento cíclico se compone de tres fases: Corrección, adaptación o acompañamiento y exageración.
    Las cotizaciones y el estado de animo ascienden por mutuas influencias y cuando todo se ve de color rosa, las cotizaciones dejan de tener significado y están determinadas exclusivamente por la histeria colectiva.
    Sir Isaac Newton, que perdió todo su dinero en una repentina crisis de la Bolsa londinense, dijo: ‘Puedo calcular al centímetro y al segundo las orbitas de los cuerpos celestes, pero soy absolutamente incapaz de predecir hasta donde puede arrastrar la cotización de la Bolsa una multitud histérica’.
    La gran cuestión es: ¿Cómo debe comportarse el especulador en esas tres fases de cada ciclo? En la tercera etapa, en la de exageración, el bolsista que juegue a la baja debe comprar y no asustarse si los precios siguen descendiendo. No estoy demasiado de acuerdo con este punto, ya que he podido comprobar que nunca se sabe cuantos soportes o resistencias puede romper el precio ni hasta donde puede llegar.
    En la segunda fase hay que limitarse a ser espectador, dejarse llevar con pasividad por el movimiento e irse preparando anímicamente para saltar del mercado durante la tercera fase de euforia generalizada.
    Naturalmente, resulta muy difícil para el especulador ir contra la tercera fase de exageración a la baja, es decir, actuar contra el consenso general y seguir comprando cuando aconsejan vender y viceversa.
    Hay que estar bien entrenado, ser frío e incluso cínico para escapar a la histeria colectiva. La mayoría la forman los perdedores. El especulador debe tener audacia, tenacidad y sabiduría.
    ¿Cómo se puede saber en que fase se encuentra uno cuando no existe ningún método que pueda aplicarse a ciegas? Solo una gran experiencia concede al bolsista eso que se llama sensibilidad y tacto para apreciar una determinada situación.
    El autor distingue entre dos tipos de poseedores de valores: los especuladores y los jugadores de Bolsa (los duros y los blandos). Los duros tienen dinero, paciencia e ideas. Los blandos son aquellos que tienen poco dinero, ninguna paciencia y menos ideas.
    Si otros compran, compra el también; si venden los otros, él hace lo mismo.
    En la Bolsa todo dependerá de en que manos se encuentren los valores. Si son los duros quienes poseen la mayor parte del papel, la Bolsa está bien dispuesta para un movimiento al alza explosivo, aun cuando las noticias no sean en absoluto favorables. Si, por el contrario, la mayor parte de las acciones o valores está en manos de los blandos, cualquier noticia pesimista, por poco importante que sea, puede provocar un desastre.
    Al principio de los casos, el autor lo llama una situación de mercado ‘supervendido’ y al segundo, de mercado ‘supercomprado’. Toda la ciencia consiste en averiguar si un mercado está sobre comprado o sobrevendido.
    Los analistas y agentes de Bolsa afirman que las alzas continuadas de las cotizaciones acompañadas de una gran cifra de operaciones, señala una situación favorable. ¡Nada más falso! Ellos opinan que el gran público está comprando y que eso es bueno. Pero ¿es verdaderamente tan positivo que el gran público, es decir, los blandos, compren? ¿Es que se puede estar seguro con ellos de que seguirán comprando a la semana siguiente?
    De esto se deducen las siguientes conclusiones:
    • Un mercado con cotizaciones ascendentes, con grandes operaciones y mucho dinero disponible, significa que se compra demasiado. Juicio: desfavorable.
    • Mercado en ascenso, pero con un número pequeño de operaciones: favorable.
    • Mercado en descenso con pequeñas operaciones: desfavorable.
    • Mercado descendente con gran número de operaciones: favorable, puesto que se está aproximando el punto en que las ventas son excesivas.
    Se llama ‘sobre comprado’ al mercado que se encuentra la tercera fase del movimiento al alza.
    ‘Sobrevendido’ es el mercado que se encuentra al termino de la tercera fase del movimiento de baja de las cotizaciones.
    La lógica de la Bolsa no tiene nada que ver con la lógica cotidiana. 2x2=5-1. Tenga un poco de paciencia. El valor bursátil llamado ‘lógica’ subirá de nuevo y finalmente todo ocurrirá como debe ocurrir.
    Lo malo es que no llegamos a ese resultado final por un camino recto, sino dando un rodeo. Ese es el problema. Un especulador se derrumbará (en el ominoso 5) sino tiene el suficiente temple, paciencia y, sobre todo, el suficiente dinero para esperar hasta que llegue ese indispensable ‘-1’. Por desgracia, los especuladores no tienen a menudo el temple y el dinero suficientes para resistir.
    Si la lógica de su especulación es verdaderamente lógica, acabará por imponerse. ¿Cuándo? Eso depende de los imponderables.
    Una antigua ley de los especuladores aconseja que cuando uno se pase toda la noche sin dormir a causa de una inversión en la Bolsa, debe librarse de ella inmediatamente.
    El éxito de una especulación depende en gran parte de las cuatro ‘Gs’ alemanas: ideas, dinero, paciencia y suerte. Debe pensar para tener las ideas adecuadas, dinero y paciencia para resistir, y la importancia del factor suerte cae por su propio peso.
    Uno debe saberse librar de una idea cuando se ve con claridad que nos conduce a un callejón sin salida. Hay que ser al mismo tiempo firme y elástico.
    Solo hay algo de lo que uno debe librarse como de la peste: el querer ‘recuperar’ a toda costa el dinero perdido. Cuando se sufre una perdida hay que aceptarla, olvidarla y empezar de nuevo desde cero.
    El error imperdonable de la mayor parte de los jugadores de Bolsa consiste en limitar las ganancias y dejar que las perdidas aumenten. El resultado lógico es: ganancias limitadas y grandes pérdidas.
    ¿Compraría estas acciones si no las tuviera ya? Si la respuesta es afirmativa, significa que debe conservarlas. Si por el contrario la respuesta es ‘no’, debe venderlas de inmediato para quedarse en paz con su conciencia.
    Hay que comprar o vender por razones objetivas y nunca por motivos personales.
    Si aceptamos que la Bolsa no es solo especulación sino también, frecuentemente, un juego de azar, hemos de tener en cuenta que existen algunas reglas elementales, las llamadas reglas del juego, que tienen que ser respetadas. Una de estas reglas dice que aquel que especula a plazo medio debe limitarse estrictamente a este terreno y que aquel que especula a corto plazo tampoco debe salirse del suyo. Las reglas del juego de esos dos campos son distintas, y las de uno de ellos no pueden ser aplicadas al otro.
    Cuando se especula a plazo medio y se sigue una idea básica, no se debe dejar influir por los acontecimientos cotidianos. Por el contrario, quien actúa de un día a otro, no debe dejarse llevar por reflexiones a largo plazo.
    La institución de los brokers estaba y sigue estando interesada en educar al público para que siga a diario las noticias de la Bolsa. El que se compre y se venda, se vuelva a comprar y a vender, significa una mayor inversión de capital en la Bolsa, y por lo tanto aumenta también sus comisiones.
    El especulador a corto plazo es el táctico, mientras que el especulador a largo plazo es un estratega.
    André Kostolany explica el valor de las informaciones de ‘primera mano’. Cuenta varias historias de cómo no hay que confiar en estas informaciones porque en muchos casos, los buenos financieros son malos especuladores.
    Alguna de las anécdotas que cuenta en este punto son verdaderamente simpáticas.
    El autor opina que la mejor información desde dentro es la que con mayor seguridad conduce a la ruina. Generalmente, se siente inclinado a hacer más bien lo contrario de lo que los corredores le recomiendan.
    ‘La interpretación de los gráficos es una ciencia que busca inútilmente lo que consigue el conocimiento’. Sin embargo, Kostolany los estudia gustosamente (y yo también). Contemplando un grafico es como mejor se aprecia lo que ocurrió ayer y lo que sucede hoy. Pero eso es todo.
    Dejarse seducir por cualquiera de las distintas formas que puede tomar el grafico, como Hombro-cabeza-hombro y otras grotescas figuras semejantes, significa peligro financiero. El autor dice que jamás seguiría a ciegas las insinuaciones de un grafico si sus previsiones no se corresponden con sus ideas. Tampoco le seduce la idea de opera contra tendencia.
    La mayor desgracia que le puede ocurrir a uno de esos seguidores de los gráficos es ganar la primera vez que aplica su sistema de juego, pues en tal caso se sentirá cada vez más dominado por él (voy a tener un problema personal con André Kostolany en este punto).
    Lo que si que observa el autor con especial interés son dos reglas del grafico. Si el grafico de una acción señala una tendencia ascendente, pese a que el índice sea descendente, es un signo especialmente favorable, y los que están dentro acumulan las acciones.
    La segunda regla es la teoría de la doble subida y la doble bajada, así como la regla de la MW.
    La doble subida significa que en casos de cotizaciones ascendentes, la última cotización alta siempre es superada por las siguientes. Cuando ese fenómeno se repite varias veces, se puede llegar a la conclusión de que el movimiento ascendente de la curva continuará en el futuro. Sin embargo, cuando el grafico muestra repetidas veces un doble techo o doble suelo, indica que se ha llegado a una situación en la que la última cotización no podrá ser superada.
    Otro tipo de jugador de Bolsa, fanático y obsesionado, es aquel que juega con tenacidad de acuerdo con un sistema de relación de precios descubierta por él, y que en su opinión es infalible: por ejemplo, cuando el precio del petróleo es X, el precio del oro tiene que ser Y. pero eso no es seguro.
    Tanto si se dedican a la lotería como a la ruleta o a la Bolsa, esos jugadores supuestamente científicos no dejan de ser unos fanáticos cuando creen verdaderamente en su método. Y cuando tratan de vender su sistema se convierten en charlatanes.
    Kostolany dedica un capítulo a la historia de la Bolsa desde las crisis financieras de Carlos V, los tulipanes holandeses, la Compañía de las Indias, el nacimiento de la Bolsa londinense, la Compañía de los Mares del Sur, el nacimiento de la Bolsa francesa, el Viernes Negro de 1869 en Nueva York, la fundación de la Reserva Federal y el Crash del 29, Pearl Harbour…
    La catástrofe económica norteamericana de 1929 cambio de manera total el rostro y la estructura social del mundo occidental. Se centra de forma mucho más detallada en este capítulo de la historia financiera mundial, intercalando su propia experiencia.
    Enlazando el tema anterior de la crisis de 29 y el siguiente de las operaciones bajistas, desarrolla un tema que me pareció muy interesante. Evidentemente hay que distinguir que se refiere a los mercados accionariales, ya que en el nuestro no hay ninguna diferencia entre operar alcista o bajista. Ganamos y perdemos en ambas direcciones.
    En general, la especulación a la baja está mucho menos extendida de lo que suele creerse. De cada cien especuladores, noventa lo son al alza y diez a la baja. Jugar a la baja se considera en cierto modo como una degeneración.
    Cuando se produjo la caída del 22 de octubre de 1929 no fue una sorpresa para algunos bolsistas experimentados. Ese pinchazo tenía que llegar irremisiblemente.
    En esta época, André Kostolany obtuvo grandes rendimientos por operar a la baja.
    Sin embargo, comenzó a dudar sobre su filosofía del juego bajista. No se puede reír mientras los demás lloran. ‘El jugador a la baja atrae las iras de Dios porque pretende hacerse con el dinero de los demás’, reza un proverbio bursátil.
    Cuenta una anécdota según la cual volvió a ganar en una operación muy sustanciosa a la baja fruto de un inesperado suicidio del magnate de las cerillas Kreugerl. Esta experiencia le supuso un impacto emocional, ya que pensaba que había ganado a costa de una vida humana. Esta situación le llevó para siempre a dejar la especulación a la baja ya que se sentía culpable de cierta falta de moral.
    Hasta este punto, el libro me ha parecido muy interesante ya que aborda temas que no suelen ser tratados en otros libros, como la des-demonización de los especuladores.
    En el capítulo siguiente cuenta la historia de varios triunfadores o personas que obtuvieron una cierta importancia en la historia de la Bolsa (aunque no necesariamente fuese positiva).
    La obra se vuelve autobiográfica a partir de los siguientes apartados. Cuenta sus aventuras en la Bolsa de París desde 1939 a 1940. Narra el patriotismo bolsístico de los parisinos durante los inicios de la Segunda Guerra Mundial.
    Poco antes de la declaración de guerra, fueron muchos los que creyeron que había que aprovecharse de a baja de precios y comprar, que no se corría ningún riesgo, pues o no había guerra, lo que provocaría un alza incontenible, o vendría la guerra y todo sería igual, pues el conflicto significaría el fin del mundo. Y en ese caso, lo mismo daba tener dinero que no. Qué equivocados estaban.
    Cuenta como, curiosamente, la Bolsa hizo que algunos parisinos se alegraran de la llegada de los nazis. La histeria se adueño de la especulación.
    Solo una inversión reflexiva y analizada profesionalmente puede resultar productiva. La histeria es siempre una mala consejera, y puede influir en el curso de la Bolsa de manera muy negativa.
    André Kostolany explica como las divisas son el espejo de la situación de los países. La conditio sine qua non para la calidad de una divisa es la calidad de la dirección de las finanzas estatales y la calidad de la dirección económica global de un pueblo. Ambas cosas, a su vez, dependen de las virtudes y lo vicios de todos los ciudadanos de un país:
    • USD: seguridad política, respeto absoluto por la propiedad privada en los Estados Unidos, así como la mas desarrollada de las tecnologías, riqueza en materias primas y dinámica de los empresarios.
    • GBP: restos de la fortuna de un antiguo imperio mundial, del comercio mundial y la City of London, que sigue siendo el centro de la banca y los seguros internacionales.
    • CHF: neutralidad secular y secreto bancario protegido legalmente, aunque no absoluto.
    • JPY: robotización de la industria y modestia de los trabajadores.
    Resumiendo: si las virtudes se consolidan, la divisa aumenta de valor; si ceden, la divisa pierde importancia.
    No es la cobertura oro la que protege la moneda a largo plazo, sino que el dinero afluye al país con las mejores divisas y abandona aquellas naciones cuando las virtudes se desvanecen y los vicios se imponen.
    Hoy día, sabemos que quienes no especulan o que, al menos, no colocan su dinero en inversiones con cierta fantasía, acabaran en dique seco.
    No existe protección absoluta, pero al menos se puede intentar hacer frente al peligro mediante la distribución de los riesgos. Para ello, se necesitan conocimientos profesionales y una buena cantidad de experiencia.
    Antes de ofrecer consejo al ahorrador, hay que saber exactamente cual es el capital de que dispone.
    La edad, profesión, estado de salud, carácter (malo o bueno), temperamento (nerviosismo o flemático), situación familiar (soltero o abuelo), incluso los malos hábitos y los obvies del ahorrador tienen que ser conocidos por si consejo para poderle recomendar una actuación correcta en asuntos de dinero.
    Hay que analizar los diversos factores y, al mismo tiempo, situarlos en el marco de los acontecimientos mundiales.
    El autor dice que la especulación se inicia con el instinto de mantener el poder adquisitivo. Entre esa intención y la pasión que nos impulsa a querer conseguir una fortuna aun mayor, solo existe una diferencia de grado.
    Una de las desventajas de la inversión en acciones es que el inversor tiene que vigilar diariamente la cotización de sus acciones y que, para su gran desgracia, así lo hace. Aun cuando no quiera ver las cotizaciones, la prensa diaria lo conduce a ellas, pues le pone las cotizaciones frente a los ojos.
    En la inversión en inmuebles esa tensión no existe. No hay cotizaciones diarias.
    La principal ventaja de la inversión en acciones, obligaciones, divisas… es su absoluta liquidez. Con la inversión inmobiliaria esto solo es posible si se disponen de grandes sumas. El riesgo político es relativamente grande con la inversión inmobiliaria, pues entre los electores abundan más los inquilinos que los caseros. ¿Qué gobierno no apoyará a los inquilinos aunque sea a costa de estafar a los caseros?
    Uno de los capítulos más curiosos resulta el que trata sobre los paraísos fiscales.
    El completo secreto bancario solo puede desarrollarse plenamente en los paraísos fiscales.
    Con frecuenta, el honrado ciudadano reflexiona sobre si debe o no pagar. Y en caso de duda, trata de buscar una posibilidad de eludir al fisco.
    Cuando el Ministerio de Hacienda le recuerde sus deberes, puede soñar con esos bellos países donde uno jamás encontrara a un inspector de Hacienda. Todos los países occidentales están actualmente muy unidos en lo que a impuestos se refiere. Mantienen con firmeza dos principios:
    • Todo ciudadano tiene que pagar sus impuestos en alguna parte.
    • Ningún ingreso será sometido a doble imposición, en tanto existan acuerdos internacionales.
    La mayoría de los paraísos fiscales resulta difícil incluso localizarlos en un mapa. En ocasiones, el número de empresas mercantiles es mayor que el de sus habitantes.
    Lo único imprescindible para evadir impuestos es que el país sea soberano en lo que se refiere al cobro de impuestos, y que éstos no los tenga (o sean muy bajos) sobre la renta, los beneficios del capital, el patrimonio o las herencias y otras transferencias. Y que el secreto de la contabilidad esté garantizado.
    Si lo que desea es no pagar impuestos en absoluto, tiene que convertirse en residente del paraíso fiscal. Pese a ello, la nación de que sea ciudadano siempre la tendrá cogido, aunque depende de hasta qué punto, según cual sea su país de origen. Por ejemplo, solo cuando lleva diez años residiendo fuera de Alemania, el Estado no puede exigirle nada.
    En fin, ¿cómo se vuelve uno especulador? Se empieza por curiosidad, se continúa por pasión y se acaba haciéndolo por dinero.
    ¡Esa Bolsa perversa! Todos los caminos llevan a ese lugar de perdición: Quien entre aquí deja atrás toda esperanza.
    La Bolsa es hoy un hormiguero de jugadores de poca monta que van a la caza de una confidencia o de un consejo personal que los hagan ricos.
    La búsqueda de la lámpara maravillosa de Aladino, el éxito y el fracaso y de nuevo, los intentos de éxito es lo que compone la atmósfera y l encanto de la Bolsa, que nos afecta a todos los que entramos en su orbita, desde lo pequeños especuladores hasta los grandes magos y encantadores del dinero.

    Tipo: Psicología. Autobiográfico.
    En resumen: Es un libro entretenido en una mitad y insípido en la otra.
    Lo que más me ha gustado: El apartado dedicado a la necesidad de la existencia de la especulación.
    Lo que menos me ha gustado: Tanta autobiografía, aunque no cabía esperar otra cosa, ya que así se anuncia a si mismo.
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  5. #4
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    Re: El fabuloso mundo del dinero y la bolsa (André Kostolany)


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